La indolencia es causa o compañera inseparable de ladrones, corruptos y criminales.


Desde un punto de vista psicológico, una persona indolente describe a quien no se afecta o conmueve ante el dolor. La indolencia social incluye ser indiferente ante el sufrimiento de una o más personas o de una comunidad.
En casos individuales, sin importar el nivel socio-económico, el indolente es una persona egoísta por naturaleza, generalmente inescrupulosa, superficial. No reacciona ante calamidades y tragedias.
Los indolentes no piensan en los demás, se concentran en sí mismos. Esto les permite no sentir remordimientos, recatos ni consideraciones con otros. Así, los delincuentes son indolentes con sus víctimas. Los corruptos son insensibles al daño que ocasionan. La indolencia es causa o compañera inseparable de ladrones y criminales.
También tropezamos con los indolentes "pasivos" que se concentran en su propia existencia, ocupados en lograr sus objetivos sin "ver para los lados", aunque algunos sean arribistas y perjudiquen a otros para ellos "subir" o "ascender". Entre los indolentes pululan los fríos y calculadores y los indiferentes y apáticos. Los indolentes normalmente terminan solos y abandonados.
Se puede comenzar a dejar de ser indolente adhiriéndose a alguna causa común con miembros de su comunidad, participando en apoyo y respaldo en distintos eventos, siendo solidarios con las personas cercanas y con la comunidad en donde se viva. El conocer los problemas de otros, aportar soluciones o colaborar con ello, poco a poco, despertará el interés y en algún momento la indolencia dará paso a la sensibilidad, al entusiasmo y al existir con sentido gregario y social.
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